Los ácaros del polvo o ácaros domésticos son componentes de la familia Pyroglyphidae de la clase arácnidos (Arachnida) y familiares directos de las arañas y garrapatas.
Son tan pequeños que sólo son visibles al microscopio. Se desarrollan con facilidad en lugares húmedos y tibios. Son muy persistentes y se multiplican mejor cuando existe una relativa humedad del aire de más o menos 75 – 80% y una temperatura de por lo menos 21 °C. Son escasos en lugares secos y situados en altura y mueren cuando la humedad del aire baja de 40 -50%.
Son una de las fuentes principales de alérgenos que pueden desencadenar enfermedades alérgicas en individuos genéticamente susceptibles. La alergia es una reacción de hipersensibilidad a las proteínas presentes en la excreción de los ácaros que contiene el polvo, que penetran por inhalación y causan rinoconjuntivitis y asma.
El papel que desempeñan los ácaros en la alergia al polvo fue sugerida por primera vez por H. Dekker en 1928, tras encontrar un gran número de ácaros no identificados en el polvo doméstico, sobre todo en los colchones, y observar que los pacientes alérgicos tenían menos síntomas en un ambiente sin ácaros.
La alimentación principal de estos ácaros son escamas humanas o animales que se encuentran principalmente en los colchones, sofás y alfombras. Cabe recordar que el hombre pierde al día, y sobre todo por la noche, cantidades importantes de células epiteliales.
Dentro de las enfermedades más comunes que producen son: sarna, alergias, asma y dentro de los síntomas de alergia son: taponamiento nasal, secreción, estornudos y picor (rinitis) o incluso episodios de asma bronquial caracterizados por dificultad respiratoria y la escucha de silbidos, también se pueden producir picor de ojos y lagrimeo.
Los ácaros son habitantes habituales en cualquier domicilio y se acumulan especialmente en habitaciones como dormitorios. Los colchones constituyen su refugio ideal y suelen crecer en número en épocas de altas temperaturas y lugares con niveles de humedad elevados.
Se alimentan de escamas de la piel y proliferan en las fibras textiles, especialmente naturales: camas, alfombras, edredones de pluma, mantas, colchones de lana, vestuario, cortinas, almohadas y cojines, roperos, muebles, y asientos de automóviles.